22 de febrero de 2011

21 Abril de 2008


"..Sabías que te esperaba esa noche y nunca apareciste.
Respiraba fuerte frente a una cúpula monstruosa, la de ese gigante gris en desuso que era el congreso. La lluvia se escurria por cada grieta de su piedra y mi piel.
Al azotarme, helada, aumentaba a cada segundo mi adrenalina, y el impulso de correr tan lejos de ahí como mis pobres músculos me lo permitieran se volvía cada vez más animal. Mientras el halo casi imaginario de la luna continuaba su paseo a través del tempestuoso cielo invernal y mi atermia era ya irremediable, decidí que por la mañana no me levantaría con la garganta como un globo en vano.
Dos sombras avanzaban casi surfeando por la avenida Rivadavia con destino predecible. Se acercaron a más de la distancia que las jaulitas en nuestra cabeza nos dicen que es correcto y me persuadieron a base de amenazas incongruentes para que les diese todo lo que tenía. ¡Qué chiste! Esa noche no era mi noche de suerte, y tampoco sería la de ellos..."

"A0"
.Mari-

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