22 de febrero de 2011

12 Noviembre de 2011


Soñé que estaba en una casa compartida, algo así como un pequeño hotel o una gran casa donde la gente que se aburría de la cotidianeidad de sus días venía a instalarse. Al lado de la casa, había un río ancho como el río Luján. Quizás ese era, porque todo indicaba que quedaba en Tigre la casa, salvo que en el viento se presentía el mar.
Al otro lado del río había una casa de dos pisos que tenía una maldición, y por algún motivo me tocaba ir y entrar. Cruzé el puente de madera rodeado de juncos y entré, pero en la casa no habia ninguna maldición. Había una familia de perros en dos patas con ropa, que tenian poderes porque eran como dioses. Parecían beagles, y me concedieron tres deseos.
Después volví a la casa compartida porque en el comedor había gente chistosa para pasar el rato. En la casa compartida siempre era la hora del atardecer y la luz era dorada.

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