22 de febrero de 2011

07 Junio de 2008



¿Cuantos árboles de colores atravesamos para terminar en este corto circuito donde la vida se inclinó de forma extraña?

La felicidad sí existía y no estaba sobreestimada.
Hubo una realidad que pocos tocan
una cicatriz irreparable es el precio a pagar
la aceptó siempre y ese no es su conlicto
por eso ahora vive en el viento
y la tibieza nunca es tibia, sólo un viejo cuento
de emociones sofocadas y muertas en un almohadón de seda
de un perfecto seductor con el peso de un alma ambigua.

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