24 de septiembre de 2011

"Él es un soñador y se ve obligado a actuar. Tiene un temperamento de poeta y se le exige que luche contra la relación habitual de causa y efecto, contra la vida concreta, de la que nada sabe, en vez de luchar contra la esencia ideal de la vida, de la que sabe tanto.
Y cuando por fin, en medio del drama, Hamlet logra sorprender al rey en el "secreto de su conciencia" y arroja del trono al traidor presa de pánico, Guldenstern y Rosenkranz sólo ven en su conducta un lamentable olvido de la formalidad del palacio. Es cuanto les permiten los "sentimientos propios con que contemplan el drama de la vida". Están junto al secreto de Hamlet y nada sospechan de él. Y el iniciarlos en éste no tendría ningún objeto."




O.Wilde





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