
Se encontraron nuestros ojos y sentí palidecer.
Un extraño terror me sobrecogió... Comprendí que estaba frente a alguien cuya simple personalidad era tan fascinante que, si me abandonaba a ella, absorbería por completo mi naturaleza, mi alma y hasta mi mismo talento. Siempre habia sido dueña de mi misma, siempre lo había sido por lo menos, hasta el día de aquel primer encuentro. Tuve la extraña sensación de que el destino me reservaba exquisitas dichas y penas exquisitas. Me aterré y no vi otra alternativa que escapar
No hay comentarios:
Publicar un comentario