4 de febrero de 2011

13 Junio de 2005, 22:01


"...Todas las épocas son épocas de cambio, pero la nuestra es una de transformaciones masivas, rápidas, morales y mentales. Es inquietante. Nos deleitamos completamente con lo cambiante, pero anhelamos lo inalterable. Adoramos las viejas historias por su permanencia. Arturo sueña eternamente con Avalon. Bilbo puede `ir hasta allí y volver une y otra vez`, y `allí` es siempre la querida Comarca. Don Quijote se empeña siempre en matar a un molino de viento...Así es que la gente acude a los reinos de fantasía en busca de estabilidad, de antiguas verdades, de simplicidades inmutables.
Y las fábricas del capitalismo se las proporciona. La oferta satisface la demanda. La fantasía se convierte en un producto, en una industria.
La fantasía hecha producto no acarrea riesgo alguno: no inventa nada, sino que imita y trivializa. Comienza por privar a las viejas historias de su complejidad intelectual y ética, convirtiendo su acción en violencia, a sus actores en muñecos, y a la verdad que revelan en un cliché sentimental. Los héroes blanden sus espadas, sus láseres, sus varitas mágicas, tan mecanicamente como cosechadoras, recogiendo las ganancias.
La imaginación, como todo lo que hacemos y tenemos, puede ser cooptada y degradada; pero sobrevive a la explotación comercial y didáctica. La tierra sobrevive a los imperios. Los conquistadores pueden dejar un lugar desierto dónde había bosques y praderas, pero la lluvia seguirá cayendo, los ríos seguirán fluyendo hasta el mar. Los reinos falsos del `había una vez` forman parte de la historia y del pensamiento del ser humano tanto como las naciones que aparecen en nuestros atlas, y algunos son más perdurables..."

U.K.Le Guin

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