24 de junio de 2011

"Así como algunos creen en lo que no pueden percibir, yo, en cambio, solo creo en aquello que puedo ver y tocar. Mis dioses moran en templos construidos por la mano del hombre y mi evangelio se cierra y perfecciona dentro de los postulados de la verdad experimental. Y, a veces, con exceso, porque, como la mayoría de los que buscan su cielo en esta tierra, yo he hallado en ella por igual la belleza del cielo y los horrores del averno. Cuando medito sobre la religión, siento que me gustaría fundar una Orden para los que no pueden creer; se la podría llamar 'Comunidad de los Incrédulos'. Frente a un altar en el que no ardiese ningún cirio, un sacerdote, de corazón tormentoso, celebraría con pan sin consagrar y con un cáliz sin vino. Las cosas, para ser verdaderas, han de convertirse en religión. Y la doctrina de los agnósticos deberá de tener su ritual, como todas las creencias. Ha brindado sus mártires; debería entonces tener sus santos y agradecer diariamente a dios el haberse ocultado a las miradas de los hombres. Pero tanto la fe como el agnosticismo, nada en mi puede ser exterior. Es necesario que yo mismo cree sus símbolos. Sólo trasciende lo que modela su propia forma. Si no puedo hallar en mí su secreto, jamás lo encontraré; y si ya no lo tengo, nunca lo volveré a tener."

Oscar Wilde
(Sacándote las palabras de la cabeza y escribiéndolas en un libro de hace más de 110 años)

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